Traducciones para profesionales de la abogacía y la consultoría
Para el profesional del Derecho encargar la traducción de un documento supone depositar una gran confianza en el traductor. Aunque el abogado tenga un buen conocimiento de las dos lenguas, lo que seguramente no tiene es el tiempo necesario para corregir una mala traducción. Si el abogado no conoce bien la lengua extranjera el resultado aún puede ser peor porque no podrá comprobar, no ya la calidad de la traducción, sino su veracidad. No exagero.
Un buen comienzo
En los años que llevo trabajando como traductora especializada en Derecho he tenido que corregir de principio a fin “traducciones” que no merecían tal nombre. Esto ocurre a menudo con las condiciones generales de contratación. A veces las empresas encargan la traducción de sus Allgemeine Geschäftsbedingungen a la misma agencia de traducción que traduce los manuales de instrucciones de sus productos. Y a veces, a la vista de los resultados, la agencia las traduce como si se tratara del manual de instrucciones de una lavadora. Aunque, bien mirado se trata de lo mismo: de que la lavadora lave y de que a la parte incumplidora se le pueda exigir el pago de la sanción contractual, por ejemplo. Pero para ello la cláusula penal deberá estar correctamente traducida en el contrato que se le hizo firmar a la otra parte. La cláusula penal en la versión traducida del contrato debe lograr el mismo efecto jurídico que en la versión original del contrato. Porque en traducción jurídica la equivalencia que ha de buscar el traductor es equivalencia de efectos jurídicos del texto. Y para lograrlo, lo mejor es encargar la traducción a alguien que sepa de verdad de qué está hablando: un jurilingüista.
Negociaciones y contratos
Otra labor para la que los profesionales del Derecho pueden confiar plenamente en mi trabajo es la negociación de contratos entre dos partes contractuales que hablan idiomas distintos. Cada parte contractual va introduciendo en su propio idioma las modificaciones que convienen a su posición jurídica. Así, el texto inicial del contrato va cambiando a lo largo de la negociación, sumando o restando cláusulas y modificando otras en los dos idiomas. Y a veces esos cambios han de ser introducidos (y traducidos al otro idioma) la noche anterior a la firma del contrato. En momentos tan estresantes resulta de gran ayuda para el abogado saber que puede contar con un traductor competente y minucioso, comprometido personalmente con su cliente y dispuesto a trabajar en horario flexible.